La energía en nuestro cuerpo se produce principalmente a través de la función de las mitocondrias, que generan ATP, la molécula de energía que alimenta la mayoría de las funciones celulares. Estas organelas realizan la fosforilación oxidativa, un proceso que utiliza oxígeno y nutrientes para generar grandes cantidades de ATP de manera eficiente.* Además, las mitocondrias regulan el metabolismo celular, la señalización de calcio y la apoptosis (muerte celular programada), todas funciones esenciales para mantener la homeostasis celular.
Si las mitocondrias fallan, la producción de ATP se interrumpe, provocando un déficit energético que desestabiliza la homeostasis celular. Esto puede resultar en un aumento del estrés oxidativo y la acumulación de radicales libres, dañando componentes celulares como proteínas, lípidos y ADN. Estos daños pueden acelerar el envejecimiento celular y aumentar la predisposición a enfermedades degenerativas y metabólicas, afectando negativamente la longevidad y la salud general del organismo (Baylor College of Medicine) (Timeline Longevity).